Ser bailado por la danza

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La danza se puede crear desde el sentir, desde todos los sentidos y las percepciones. El peso del cuerpo, firme, enraizado y en comunión con la tierra, el espacio y los otros. El equilibrio se toma desde la absoluta presencia y el drishti o punto de enfoque interno, sin perder en contacto con la atmosfera, logrando conectar el interior con el exterior y visceversa. Desde una escucha atenta al cuerpo hay que mantenerse fiel a uno mismo en absorver y utilizar el conocimiento de la técnica sin miedo y prejuicio. Hay que sentir la música profundo y dejar que los acordes y la melodía sean quienes jueguen con la plástica corporal, no siempre yendo de forma directa lineal y cuadrada sino que jugando tal vez una especie de diálogo contradictorio o bien en completa entrega fiel a los sonidos. La creación y el espacio lúdico definitivamente si se da desde el profundo inconsciente es posible que las Almas coqueteen y se logre un bello montaje, una linda pintura y hasta un bello Arquetipo, pero si las personas ya han tejido con anterioridad una historia, entonces la danza definitivamente es más profunda o bien se nota en si misma que ya se tiene un lenguaje, es decir, el discurso que ya está tejido y que, aunque es invisible ES y existe, entre esos dos bailarines. Hay que atreverse a proponer y dejar que vuelen como balas que no dan directo a nosotros las críticas y los prejuicios que, aunque no se digan están. El bailarín tiene que ser un esquivador y serse fiel en su propio ritmo. El que danza tendrá que confiar en su propia memoria, su propio proceso de aprendizaje, su ritmo y su tiempo y superar fácilmente sus propias limitaciones y no buscar jamás la aprobación del maestro que en realidad es un facilitador. También deberá trabajar sus demonios internos relacionales, su infancia y sus relaciones con sus padres, pues trasladarlo al grupo y todavía más al escenario puede ser catastrófico, no para el público necesariamente sino que para la danza, la cual sin duda alguna es SAGRADA y es una comunicación con el Espíritu y lo Divino. Es importante estar centrado, confiar en la propia mente, en el cuerpo y nunca, nunca jamás compararse. Antes de entrar en una nueva propuesta indeterminarse y soltar para no hacer sufrir al Alma con rigidez y EGO. Los cambios de peso son el ingrediente de la confianza, pues el equilibrio lo es todo cuando giramos o permanecemos e interpretar sin tierra y aire en armonía es una tarea difícil. Tomar siempre lo que al bailarín le sirve como sujeto único en el universo es sin duda una obligación en el uso de la energía. Con aquella nutrición que encontramos en los encuentros hay que esculpir nuestra danza, hacerla mágica, visible, auténtica y atrapar a un Universo entero en una sola capsula del tiempo, en unos minutos en un movimiento y si gustamos de explorar por el mundo sinuoso y profundo del inconsciente y la emoción, habremos de entregarnos a las Diosas que saben de la energía telúrica y del poder de la sensualidad y la creación.