¿Qué otra forma de leer la poesía de Anubis que no sea desde el estremecimiento, la profunda conmoción emocional, intuitiva y sensitiva que sacude el Alma?
Después de beberme este libro sentí que mi hermano estaba sentado a mi lado como cuando su presencia Sabia emerge palabras de sus labios como ríos de belleza en lo cotidiano. Es Anubis el que no puede dejar de ser poeta jamás, pues su vida siempre ha sido una obra de Arte.
Anubis esculpe sus cuerpos como sus dibujos y sus películas. Todo lo que toca lo convierte en Magia, en Divina presencia, en bendición, en verdad. En esas verdades que vienen más allá de las estrellas.
Pero lo que más se escucha en sus poemas y puedo abrazar, con el amor infinito que le tengo a mi hermano Álmico, es a ese precioso niño dorado que es sincero y es amoroso y es brillante y canta, ese niño que habita en su corazón y que con profundo anhelo nos embelesa con el enigma y la fuerza que habitan sus rimas y deliciosas palabras.
La mirada de un niño que a la vez es un poderoso gigante solar y un pintor de sueños y alegorías.
Ese es Anubis, por lo menos para mí que tengo la bendición de caminar a su lado viendo sus esculturas.
Anuda, desanuda, desnuda, toca, baila, describe, juega, guiña, pero sobre todo siempre juega y convierte sus vibraciones y rimas en concupiscencias tremendamente tiernas y amorosas.
Porque todo lo que hace Anubis, les juro que siempre viene de su amable y bondadoso corazón.
Cerrar los ojos como lo hace el poeta que habita a Anubis en su libro y después mirar hacia adentro las imágenes, me deviene en una embriaguez de:
Caderas, susurros, vientos, danzas, vacíos, despojos, corazas, caricias y el dolor.
Silencios, llantos, copal, fuego luna, brazos y entrepiernas. Pupilas.
Sudor, mazorcas, crucifijos, canas, rezos y la abuela, la amada abuela.
Piernas, labios, imaginar, cagar, acariciar, la noche, el mezcal.
Alegría, piel, besos,
El niño, el niño Anubiz, el Alma pura, amarilla y brillante de un Sol que resplandece
La belleza de la palabra. Un astro de luz potente que emana palabras como vibraciones
de una dubitativa y fiel intención pura de comprender las máscaras.
Brazos, agujeros y dolores.
Tocar las pieles suaves que habitan en la noche y en secreto.
Labios, espaldas y trenes.
Ausencias. Jadeos y besos no dados.
La espera.
La añoranza.
Susurros, lumbre y Dios.
Distancia.
Distancia.
Distancia.
Dibujos, colores y Almas.
Pensar al otro.
El viento y el olvido.
La añoranza.
Sonrisas, pupilas, explosiones.
Palabras, Papá y Mamá.
El niño estelar.
El niño de las estrellas.
Un sol.
En el pecho de Anubis hay un corazón con palabras.
Calores, olores.
Encuentros, alas, luces y expansión.
El viento, el viento, el viento. El firmamento.
Vida, gratitud, masturbación, sexualidad.
Y Dios y el amor de Dios que habita el pecho de Anubis.
El corazón de Anubis.
Eso es lo que yo siento y lo que yo veo y lo que yo escucho cuando disfruto sus poemas.
Y lo veo a Él, un artista perfeccionista, pulcro, melódico, suave y fuerte, explosivo, profundo, bellísimo.
Y lo veo Él un Mago, un creador, un Alquimista.
Un tímido y a la vez inmenso tejedor de bellezas.
Ese es Anubis.
Un hombre de bellas palabras.
Un hombre que teje imágenes y nos acaricia el alma y nos sana con su Don creativo.
Si me piden que presente este libro, lo único que puedo decir es que es una ventana al alma juguetona y sensual de nuestro artista. Una probada del ser multidimensional y polifacético que es Anubis. Son los cantos, los ecos, las bellezas y el dolor transmutado en melodía de nuestro artista.
Y si me piden que presente a Anubis, sólo puedo decir que es un Maestro de Milagros y que los Milagros más elocuentes y directos de la Fuente cósmica que podemos saborear en su poesía son las obras de arte que emanan de su Alma. Y hoy tenemos la dicha de llenarnos de gozo al escuchar y dejarnos acariciar por ese Dios del Viento y del Susurro, de las pupilas y la inocencia, del erotismo y el Alma bonita de nuestro poeta.
Anubis que viaja en el tren cósmico de la existencia.
Anubis que nos hace encontrarnos hoy aquí, a todos nosotros, tejidos por el mismo hilo de estrellas.
Hoy en el mismo vagón.
Viajando juntos.
Viajando de la mano de Anubis.
Viajando de la mano de su belleza.
Disfrutemos su regalo lleno de brillo y de sol y de estrellas y de besos y de vientos y de piel.
Gracias.
Claudia Guadalupe Martínez Jasso.