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Angie detrás de la ventana

La flama del Espíritu Dévico, centellea en algunos corazones que como faros de luz hacen brotar de la tierra las bellezas, levantar del dolor más profundo a algunos habitantes del planeta, crear magia y medicina en el alimento de la tierra.

Ellos a veces no lo saben, pero son Sacerdotes o Sacerdotizas de dimensiones Angelicales, como Angie, quién en su nombre está escrito el sello de su esencia. Si Angie fuese un árbol, sería uno con raíces muy profundas y flores muy blancas y fragantes. Sus manos consuelan, su presencia sabe estar, su Sabiduría ancestral sabe transformar y su volcán interno sabe destruir al enemigo de la luz. Ella con su sonrisa aterriza y con su sobriedad materializa como Maga del sol central de la tierra. Ella abre caminos y su corazón puro derriba tentaciones mundanas. No hay obstáculo que no pueda ser derribado para una Obsidiana con diamantes que irradian un fulgor estridente y etéreo terreno. Con pisada firme y constante Angie derriba pedruscos de desazón y construye luces de amor. Y yo la miro detrás de la ventana, con su sonrisa y su fortaleza y no puedo más que admirarla y agradecer por su existencia en mi vida, porque dicen que soy sanadora pero ella es quien me acompaña a sanar a mí y quien también me sana y juntas tomamos de la tierra los frutos de la resiliencia, los frutos del amor de la naturaleza, de la Pachamamita, de las estrellas, de los Ángeles, de la Sabiduría eterna. Ella, Miguel otro Ángel de luz en nuestro camino y yo, vamos caminando juntos, latiendo nuestros corazones al viento de las esperanzas color del coral, haciendo nuestro trabajo, juntos, latiendo juntos. Y yo veo a Angie, detrás de la ventana con su Sonrisa y sólo veo como resucita a la vida las hojas tristes y los desamores y como juntos convertimos esas falsas muertes en flores, en verdor fresco y en corazones encendidos.


Y veo a Angie detrás de la ventana, con su corazón felino y su palpitar de sol, de tierra, de raíces, de luz y me alegro tanto.
Me alegro tanto de ver a Angie detrás de la ventana, en el jardín de la esperanza, en el jardín de la amistad y la promesa de que algún día, el fulgor de ese jardín reverbere más allá de las estrellas.

Claudia Guadalupe Martínez Jasso.
San Luís Potosí.
México.

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